Historia de amor sin fotos

A llegado el otoño. El ambiente frío y gris de estos días me ha metido en el pecho un aire nostálgico y he recordado una bella etapa de mi vida que, para colmo de males, esta marcada por la ausencia absoluta de fotos. Ha sido como un mirar atrás por una camino arbolado y lleno de hojas. Por eso me he animado a escribir esta nota que a lo mejor queda como el único testimonio material de aquella historia que ahora solo existe en mi cabeza.

En los cuentos infantiles se usa con asiduidad la figura de los palacios reales, príncipes y princesas, las historias de amor imposibles. El pasado sábado estuve por el Palacio Real de Madrid haciendo fotos y relacioné la majestuosidad de ese edificio y de sus jardines, con esas historias mágicas y con lo que me sucedió cuando estaba en plena adolescencia y después de abandonar el territorio encantado de la infancia, aún con muchas ideas fantásticas de lo que podría ser el amor.

Fue como a los 16 años cuando tuve mi primera novia más o menos formal. La conocí en un grupo que se llamaba "Movimiento Juvenil Cristiano". Todos los sábados a las seis de la tarde nos reuníamos para una misa en una iglesia del centro de Manizales. Una hora antes de esas reuniones yo me apresuraba en casa para ducharme, perfumarme y lucir lo mejor de mi ropero. Supongo que a esa edad todas las movidas que rodeaban ese movimiento juvenil, y cualquier otra causa filantrópica no eran más que pretextos para acercarse al sexo opuesto y desplegar las dotes de seducción.

A esta ex-novia hace ya muchos años que no le veo pero me cuenta por e-mail que esta casada y con tres niños preciosos. Recuerdo que estuvimos un par de años imbuidos en un romance que, visto desde la distancia, es de lo mas inocente que me ha pasado en la vida. Durante todo ese tiempo nuestra rutina de "novios" solo incluía largas caminadas, conversaciones extensas y de cuando en cuando algunos besitos cortos en el salón de su casa y siempre con el temor de que su madre o sus hermanas nos pillaran. En pocas ocasiones pudimos salir a alguna fiesta del grupo juvenil pero siempre con la custodia estricta de una de sus hermanas, asignada por su madre específicamente para esa misión. Nuestro discurrir de pareja estaba rodeado de cartas de amor, regalitos de peluches, tarjetitas y dedicación de canciones melodramáticas y lloriconas de Camilo Sexto, los Pecos y a lo mejor hasta Pimpinela.

He mencionado la nostalgia porque hoy por hoy, a los quince años, la mayoría de adolescentes tienen más experiencias que muchos adultos y es casi imposible entender una relación de pareja donde no haya tocamientos varios y encuentros íntimos.

En nuestro caso esos contactos nunca se produjeron y no por eso vivimos intensamente esa relación llena de idealismos y de fantasías. Con el tiempo he entendido que todo lo que de verdad nos conviene llega a su debido momento.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
interesante tu aporte...
he conocido ahora una chica que se fue de ecuador no por busca de futuro (padres acomodados) sinó porque permanecer en su país significaba casarse o casarse, no había otra.

Creo que puede relacionarse con tu experiencia.

Por otra parte, si conoces Manizales, comentarte que durante unos 3 años intenté relacionarme con unas personas a las que respeto y "quiero" pero finalmente te comento que preferían y prefieren relacionarse entre ellos y no con españoles como yo. Me hes sentido un poco decepcionado la verdad. Qué piensas de esto?

saludos
fullmoon
Jota Palacios ha dicho que…
Hola fullmoon.

Muy Extraño lo que comentas de que alguien de Manizales no se quisiera relacionar con españoles. El caracter de la gente de alli es muy abierto, aunque gente rara hay en todas partes. Saludos.
Jota Palacios ha dicho que…
Hola fullmoon.

Muy Extraño lo que comentas de que alguien de Manizales no se quisiera relacionar con españoles. El caracter de la gente de alli es muy abierto, aunque gente rara hay en todas partes. Saludos.

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